Hoy leí en BBC Mundo un artículo que se me hizo interesante. Trataba sobre el celibato en nuestros tiempos. Empecé a investigar acerca del tema, ¡y cuál fue mi sorpresa! El celibato no siempre ha sido un requisito para la vida consagrada. Hasta el mismo San Pedro Apóstol tuvo esposa.

      Actualmente, vivimos en una sociedad sexual. Desde la publicidad erótica en los talleres de refacción hasta los centros nocturnos en el centro de la ciudad. Se vuelve difícil para los sacerdotes luchar contra éste impulso natural que todos tenemos como seres sexuados.

      Entiendo que la iglesia Católica determine que el voto del celibato es esencial en el sacerdocio y en la vida consagrada. Ya alguna vez algún padre me dijo que si estuviera casado, no podría atender por completo las necesidades de la iglesia. Y es válido. Pero si desde un principio Dios nos creó mujer y hombre, y de una costilla del hombre Dios creó a la mujer, ¿por qué entonces a los hombres consagrados se les niega encontrar su costilla perdida? En ninguna parte del Nuevo Testamento Jesús establece la vida célibe en sus discípulos. Quizá si el celibato fuera opcional como era en tiempos de antaño de la iglesia, no solo se terminaría con la pederastia sacerdotal, sino que además aumentaría el número de personas consagradas.

     Definitivamente uno de los libros que tengo que leer en vacaciones es "The History of Sacerdotal Celibacy in Christian Church" de Henry C. Lea.